La deshidratación se produce cuando el cuerpo pierde
líquido de forma excesiva. Por tanto, debemos saber
reconocerla y estar
atentos a ciertos síntomas que podrían indicarnos que el niño está
deshidratado. Como por ejemplo: las fontanelas del recién nacido se ven hundidas,
la piel reseca y pálida (ligeramente grisácea), el niño orina menos de lo
habitual y de color oscuro, escasa saliva, deposiciones secas y duras, falta de
ánimo, somnolencia, etc.
No
sólo el calor puede llevar a la deshidratación, también hay que estar atentos
en el caso de que el niño tenga diarrea, lo más frecuente
por una infección gastrointestinal. Debemos evitarla en la medida de lo posible
con correctas medidas de higiene y si no ha sido posible evitarla, asegurarse
de mantener al bebé hidratado mediante agua o sueros.
en
los niños menores de dos años, la proporción de agua es entre el 70 y el 80 por
ciento de su peso corporal, mientras que en los adultos es entre el 50 y el 60
por ciento. Por eso, los niños necesitan beber más agua que los adultos. De ahi la
importancia del consumo de agua en la infancia.
Por
tanto, para mantener una hidratación adecuada debemos ofrecerles agua con
frecuencia, aproximadamente cada dos horas, incluso antes de que sientan sed.
La
cantidad de agua diaria que debe beber un niño es de entre 50-60 ml por cada kilo de peso, es decir medio litro de agua para un bebé
de 10 kilos, por ejemplo.
Por
la rapidez con la que pierden agua los niños, la ración es proporcionalmente
más elevada que la recomendada para adultos, a quienes se les aconseja beber 35
ml por kilo de peso, entre 8 y 10 vasos diarios.
Opinión: la
hidratación en los bebes y niños es muy importante ya que las necesidades de agua en
los niños son mayores que las de los adultos. Los pequeños tienen más riesgo de
sufrir deshidratación, lo que puede causar graves consecuencias.
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